sábado, 15 de junio de 2013

Agonizando.

Estoy en las vías, esperando al tren pasar. No hay nadie más ahí; nadie que me lo impida, que trate de evitarlo. Estoy sola, anhelando.
Escucho el ruido de las ruedas, el estruendo que hacen, acercándose. No siento absolutamente nada. Ni temor, ni duda; me gusta estar ahí.
Y en un segundo, sólo pasa... pero no como esperaba y quería. En el momento en que se acercó a mí, no sentí ningún golpe desvanecedor, ni que algo se me rompiera, ni que quedara aplastada, ni que fuera impulsada hacia delante. Ni sangre, ni nada. Sentí como si fuera una nube de vapor y el tren pasó a través de mí. 
Me encontré todavía acostada en las vías. ¿Habré sólo imaginado el tren acercase?, ¿Habrá tenido el resultado que esperaba y esto es estar... muerta?
Me paro, intacta; como si nada hubiese pasado, pero a la vez sentí que sí. Camino, me separo de las vías y me quedo quieta en el pasto. Todavía no entiendo qué pasó. ¿Mi imaginación me jugó una mala pasada, haciéndome confundir eso con mi realidad?
Mientras miro todo a mi alrededor, empiezo a caminar de nuevo. No sé si alguna vez te pusiste a pensar lo frágil y complicada que es la vida y te dio una sensación realmente extraña. Esa duda, de que si lo que te está rodeando es real o no; eso de vivir en una realidad que no sabés si existe, ¡Y cuántas realidades más deben existir! ¿Y si toda mi vida es un sueño del que me voy a despertar y va a ser realmente frustrante? En serio detesté siempre tener que pensar en este tipo de cosas.
Llego a mi casa y todo sigue normal. Mis papás trabajan, por lo tanto no están. Mis hermanos ni me preguntan dónde estuve (ni siquiera me saludan). Uno no piensa estas cosas, pero, ¿Si este hubiera sido mi último día de vida? No parece importarles. Aunque todavía no estoy segura de qué pasó.
Evito mis pensamientos como puedo y me voy a dormir... no recuerdo haber despertado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario