domingo, 16 de junio de 2013

Nubes.


"-Está re feo el día", dicen.

"-Qué lindo día", digo.

¿No son estos los días más lindos? ¿Soy la única que cree eso? No, sé que no.
Las tardes en que las nubes le dan al cielo una textura así como esponjosa, llena de algodón... que te podrías acostar en él y quedarte por horas; que sólo con imaginar eso, te da la mayor sensación de relajación. Mirás el cielo, pensás. De repente, ves una forma y miles de ellas empiezan a aparecer.
Partes blancas, partes grises, partes celestes. Llega el atardecer y se incorporan partes de color amarillo, otras de color rosa.
Y si empieza a llover, ¡Mejor aún! Verla caer o simplemente escucharla, ¿No te hace sentir bien? Acompañada del frío. Dormir con su sonido, tomar algo caliente con su sonido, hacer lo que sea con su sonido. En las calles, durante y cuando para, no queda nadie. Y es cuando, al fin, siendo de día, se puede apreciar el silencio en su mayor plenitud. El leve ruido de la llovizna y quizás un auto que pasa, sin hacer un sonido molesto. Es más, va junto con la lluvia.
Días para apreciar los momentos en que podés estar solo, haciendo lo que te gusta, ¿No es acaso lindo eso? 

También puedo apreciar los días de Sol (si el calor no es insoportable). Cuando llega el atardecer... definitivamente es mi parte preferida. Los colores, su reflejo, ¡Tanta vida! Pero, definitivamente, un día como por el que empecé a escribir esto, es cuando mejor me siento.

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